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La Vereda

Y ensancha el alma

 

            No estoy enamorado, pues eso te lo trae el tiempo y la fuerza de rozamiento pero el imán me atrae al local de la calle Cienfuegos. Supero, no sin esfuerzo, la cuesta que me conduce al bar ilusionado, esperanzado por un nuevo amanecer que ponga fin al ocaso por el que vago. Creo que de la ilusión no se vive, sólo sirve para recortarle la vida al alma mientras sueña con ensancharse con que su deseo se haga realidad. Ella sufre porque ve su anhelo a través de un cristal transparente;  te hace creer que no hay obstáculo pero de vez en cuando te recuerda que continúa ahí cuando te chocas con él, como el vaso olvidado en la barra que sólamente le prestas atención cuando se ha hecho añicos contra el suelo y no queda otra que ir a comprar más para que se puedan servir las copas.

 

            Una vez dentro avanzo dos metros y retrocedo tres, al filo de sombras y luces como un balancín que cae hacia un lado para nuevamente volcar su peso hacia el otro una y más veces pero debo ser fuerte y afrontar la realidad. A veces mi capacidad de decisión es nula y el miedo al rechazo y al fracaso vence cualquier atisbo de comportamiento decidido. ¿Qué hacer? ¿Subo a los aseos para refugiarme con mis dudas a ver si bato el récord de permanencia y resistencia al olor que frecuentemente se percibe? ¿O aguanto abajo, mirada perdida al infinito, desenfocada, no queriendo mirar al frente?

 

             Te buscaba y ahora creo haberte encontrado, me daría mucho miedo tenerte pero aún más el no hacerlo, saber que podríamos estar juntos y no lo estamos, comprobar que estoy delante de ti y tus ojos ciegos no dan conmigo, cómo tus palabras salen de tu boca acariciandote los labios y no llegan a mis oídos cómo mis dedos son incapaces de acariciar tu piel o cómo, en definitiva, no puedo saborearte. Al final, me quedo con el Vodka, anclado en la barra, al menos no iré a la deriva. Al acabar la noche tengo que dar las gracias porque sé que existes y sí eres una realidad. Unos pasos y ya estoy en la Vereda que me lleva a la puerta de atrás: luces dentro, tenue oscuridad fuera, no hací falta encender las lámparas para que el bar siguiese resplandenciendo. 

2 comentarios

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Bueno...yo en mis tiempos iba tras la camarera rubia, pero lo de este tipo ya es amor...joe con la pasión desenfrenada, el corazón, el alcohol, y demás...

Nada, chaval, suerte, pero recomiendo que le eches una miaja más de valor y se lo digas in person!!!

Fardatxo_Vereda -

Maaaadrre mía!!!
Parece que alguien tiene el corazón taquicárdico cada vez que entra por la puerta de atrás... Me alegro de que La Vereda haga "amigos" y prometo que nos ocuparemos en breve de las armas químicas y biológicas almacenadas en los aseos...
Salud y buena suerte!!!
Nacho.